Noches de fiesta en Zapotlán el Grande

13 de julio de 2011

El Ánima de Sayula

De acuerdo con el libro "Por los Caminos del Sur" en su apartado de Leyendas, el autor de los versos de “El Ánima de Sayula”, fue un abogado de nombre Teófilo Pedroza nacido en Tingüindin, Michoacán, el 15 de Julio de 1871, y falleció en Zamora en 1945.

 Estos datos fueron encontrados en en libro “Tanhuato”, suscrito por Severo Mirón, seudónimo del maestro Daniel Mora Ramos, quien es su verdadero autor, de acuerdo con un informe obtenido de fuentes oficiales. “Tanhuato” no es un relato histórico, sino que pertenece al género de la literatura mínima, de la broma, la anécdota jocosa, pues al tratar de verificar las fechas de nacimiento y muerte de Pedroza, no se encontraron en los registros civiles de Tingüindin ni Zamora.

El libro hace referencia al comienzo de la vida de Pedroza, como hijo de un modesto jornalero, tuvo una niñez triste y miserable. Se rodeó de amigos a causa de su alegre temperamento. Singular vate y bohemio que con su lira maravillosa, dio a la exquisitez de su poesía una sutileza digna de un bardo inolvidable. Cantó al amor de la mujer amada, a la tristeza y al horror de la miseria humana. De sus delicadas obras literarias sobresalen:“Cayó la Tarde”, “Hora melancólica”, “Mater dolorosa”, y “Hermana Miseria”.

Ingresó a su casa de estudios (probablemente el seminario de Zamora), donde fue recibido por el filántropo padre Joaquín Villavicencio. Aquí le fue otorgada la instrucción primaria, y más tarde las facultades menor y mayor. Continuó sus estudios en el Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo de Morelia, donde tras un enorme esfuerzo terminó obtuvo su título de abogado. 

Más tarde, contaba a sus amigos que su carrera había trascurrido con bocados de hambre y tragos de miseria. Una vida de bohemio y consumado casanova lo obligó a detestar el ejercicio de su profesión y prefirió una notaría en Morelia, a la que acudía de vez en cuando. Fue destacado y asiduo colaborador del periódico “Don Barbarito”, editado en su ciudad natal. Con su ingenio satírico, llenó de hilaridad una época donde abundaba la miseria. Él y su vida milonguera recorrieron buena parte del país.

Trabajó en distintos municipios del Sur de Jalisco. En Zapotlán El Grande, como secretario del juzgado de primera instancia; de allí pasó con el mismo empleo a Tamazula de Gordiano y luego a Sayula, donde inició las primeras cuartetas de su famosa Ánima, pues al buenazo de Apolonio – que sí existió – los sayulenses vaciladores le urdieron e hicieron la broma en cuestión y su compadre José fue quien lo indujo a ir al panteón en busca de la plata, y él mismo la hizo de ánima y que luego huyó cuando Apolonio echó mano al cuchillo. Los autores de la bromita (farmacéutico, abogado y peluquero) no pensaron que un tal Teófilo Pedroza anduviera por ahí y que se interesara por ese sucedido que a risotadas alguna veces comentaran ante su presencia.

De regreso en Zamora, Teófilo concluyó su obra. Necesitado de dinero, se valió de su amigo Bernardo Anaya, dueño de una imprenta, y la obra fue reproducida en un pequeño cuaderno, cuya portada mostraba un dibujo en el que aparecía un fantasma en el panteón llevando dos bolsas de dinero. Pedroza, Anaya y los ayudantes de éste, un domingo se ubicaron en el atrio de la Catedral a la salida de la misa mayor, gritando: ¡La novena del ánima de Sayula!, ¡La novena del Siglo! ¡Llévenla a veinte Centavos!. Los feligreses que conocían muchísimas novenas de santos, ignoraban la existencia de tal ánima de Sayula. Vendieron por miles aquellos cuadernitos, hasta que un feligrés la puso en manos del señor Obispo, Lic. Don José María Cázares, quien de inmediato llamó a Teófilo, conociendo ya su buen humor y talento. Después de elogiar su verso, le recriminó: "Pero Teófilo, ¿por qué ese ingenio, esa gracia, ese talento poético, no lo utilizas para algo que sirva a Dios y no al diablo que te inspiró semejante historia?".

Después de ese episodio y como respuesta al prelado, Pedroza compuso la poesía “Mater dolorosa”, dedicada según sabemos a una imagen al parecer de Jacona, Michoacán. La versión del citado libro, coincide con la tradición Sayulense que ha achacado, la creación de los versos del boticario Blas Mejía “Blasito”, al Lic. Joaquín Camberos Vizcaíno y a otro personaje anónimo, del que, sabemos ahora, era el compadre de Apolonio, el peluquero José Arreola.

El equívoco de tal versión era que el trío mencionado no había participado en la elaboración de los versos pero sí había sido autor de la broma que, escuchada por Pedroza, en la botica de Blasito, aquel, amante de la poesía jocosa, que cada noviembre escribía las tradicionales “Calaveras”, ridiculizando a los vecinos prominentes o pintorescos del lugar donde estuviese radicando, creando así una obra maestra de la literatura mínima Jalisciense.

En cuanto al personaje principal, Apolonio Aguilar, es un hecho que hubo uno o dos personajes con tal nombre y apellido, residiendo en Sayula en la segunda mitad del siglo pasado. Sobre la huella dejada por Pedroza en Sayula, de acuerdo a la información recabada laboraba como escribiente en el Juzgado de primera instancia; sin embargo, después de revisar todo el archivo judicial en la década de los noventa del pasado siglo, su nombre no apareció por lugar alguno. En el magnifico ensayo escrito por Manuel Cortina Rivera sobre el crimen de que fué victima el hacendado José Bobadilla, en Sayula, año de 1883, aparece como empleado de confianza del Jefe Político Ignacio Ruvalcaba un joven llamado Francisco Pedroza, de no muy airosa presencia, de baja estatura, trigueño y algo picado de viruela, pero con un carácter decido y franco, sumamente atento y obsequioso con sus amigos.

Persiste entonces la duda sobre este relato que hiciera Cortina Rivera hacia 1933, pudiendo contener algunos errores debidos al lógico olvido en tantos años trascurridos. Ésta puede ser la causa del nombre diferente del autor de los versos, pudiendo suponer que tal vez vino a Sayula acompañando a Ruvalcaba, como ocurría con aquellos jefes políticos que deambulaban por el territorio Jaliscience, mediante nombramiento que les era extendido por el Gobierno Estatal. Desafortunadamente, en la presidencia municipal no existen archivos del siglo antepasado.

Se estima que los versos del "Ánima de Sayula" fueron compuestos alrededor de 1895, pero fueron conocidos popularmente en la propia Sayula hasta 1924 en que arribó el 38º Regimiento de Caballería, en el cual venían varios oficiales que habían estado en destacamentos en Zamora,y traían consigo los primeros cuadernitos que comenzaron a circular entre la población. El relato provocó indignación en aquellas generaciones de sayulenses que no admitían bromas alusivas a aquellos versos, ocasionándose riñas y hasta uno que otro muerto. En la actualidad los versos se toman como la broma que son, y los propios sayulenses realizan ediciones de los mismos para obsequiarlos a quienes los solicitan, incluyendo ejemplares traducidos al inglés.


Adaptación del texto "El Ánima de Sayula", del libro "Por los Caminos del Sur. Leyendas". Centro Universitario del Sur, Universidad de Guadalajara. 2005.

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